martes, 10 de mayo de 2011

EL LARGO CAMINAR DE LA SOCIEDAD ARABE


ABDALÀ BIN  ABDELAZIZ
 ARABIA SAUDÌ



Pueden las protestas por las malas infraestructuras en la ciudad saudí de Yeda equipararse a las revueltas que están sacudiendo el resto del mundo árabe? Sí y no al mismo tiempo. En el caso de Arabia Saudí, las quejas se han centrado en los daños causados por las inundaciones que han dejado una decena de muertos, sin quejas sobre los precios ni el desempleo, ni peticiones de cambio. A la vez, su mero desarrollo en una monarquía absoluta que no tolera la contestación pública constituye un gesto de desafío significativo.

A pesar de las riquezas del petróleo, los saudíes también padecen las consecuencias de la mala gestión y las corruptelas (en 2009 unas inundaciones similares dejaron 120 muertos y aún no se ha castigado a los responsables). Desde hace algunos años, las autoridades tratan de paliar con ayudas públicas el desempleo de los jóvenes, su dificultad para ser competitivos debido a una formación desligada de la realidad, la frustración que esta falta de horizontes ha generado y la preocupante deriva nihilista de muchos de ellos, unos sumidos en el materialismo más absoluto y otros tentados por el extremismo islamista a falta de mejores alternativas.

Desde que los tunecinos desalojaran del poder a Ben Ali (quien por cierto encontró refugio precisamente en Yeda), los analistas han descartado que el contagio fuera a extenderse a las petromonarquías. Allí, se supone, el alto nivel de vida actuará como disuasorio frente al riesgo de caos. Pero incluso en esos oasis de opulencia hay bolsas de pobreza, o simples deseos de poder decidir el propio futuro. Significativamente, el emir de Kuwait no tardó en anunciar una ayuda de 3.500 dólares por ciudadano distribuida a lo largo de los siguientes 14 meses.


 

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